Do “fascismo de mercado” ao fascismo sem máscaras

Resumen

En la década de 1970, los llamados "treinta años gloriosos" se desvanecieron y el "milagro" de la revolución keynesiana quedó eclipsado. Aprovechando el desconcierto del "enemigo", los neoliberales, con Friedrich Hayek y Milton Friedman a la cabeza, pasaron al ataque, sentando en el banquillo de los acusados al Estado keynesiano y a las políticas keynesianas, a las que culparon de todos los males del mundo.

Tras un bombardeo de propaganda ideológica sin parangón ("un experimento muy corruptor", confesó Hayek), el monetarismo ideológico se impuso como la ideología del imperio y del pensamiento único. Los experimentos corruptores como el de Hayek se han multiplicado a lo largo de los años, alimentados por los mismos actores, al servicio de los mismos intereses. Y continúan hasta hoy, recurriendo a las más sofisticadas técnicas de manipulación ideológica y de corrupción intelectual, que han transformado el neoliberalismo en una especie de "religión", para cuya "única y verdadera fe" se dice que no hay alternativa (el famoso argumento TINA de la señora Tatcher: There Is No Alternative).

De esta neutralidad de la política económica se ha pasado, casi sin solución de continuidad, a la defensa de la muerte de la política económica, porque sería innecesaria y perjudicial. Es la vuelta al viejo mito liberal de la separación Estado/economía y Estado/sociedad: la economía sería tarea exclusiva de los particulares (sociedad civil, sociedad económica), y el Estado se limitaría a garantizar la libertad individual, que proporcionaría la igualdad de oportunidades para todos.